Animus Iocandi: Si te crees lo que lees aqui, es tu problema

De la comida rapida y otras cosas…


Esta canción no tiene nada que ver con la entrada, pero esta buena en lo que llegas a la otra. Disfruta.

El otro dia estaba yo en mi casa, jugando a hacer bolitas de moco para aventarselas al gato del vecino. En la cola, valian tres puntos, en el cuerpo dos, y en la cabeza cinco.
Me dio hambre, y como el minino estaba ya muy lejos (y muy cubierto de bolitas de moco), decidi no engullirlo.
Asi que tome el telefono y marque el numero de una de esas cadenas de comida rapida.
Casi por instinto, marque para pedir el servicio de pizzas.
De esas que llegan rapido o son gratis.

La telefonista me contesto con su tono monotono, me sugirio las pizzas tal y cual, pero antes de que terminara de enumerar los ingredientes que llevaban, yo hice mi pedido.
De la nada recite treinta y cuatro ingredientes distintos, todos ellos en el orden perfecto en que deben ir, y en las cantidades exactas (con medidas en gramos).
Justo antes de que lo dijera, pedí el queso extra.
La señorita al otro lado del teléfono callo por unos segundos. Escuchaba su respiración profunda, como esas veces en que uno esta a punto de vomitar, pero un poco de aire lo arregla…  sin agregar mas nada, aseguró que mi pedido llegaría rápido.

Colgamos nuestros respectivos teléfonos.
El silencio se hizo en mi casa, pues no terminaba de entender que había sucedido.
Mis manos temblaban y sentía un sabor metálico y amargo en la parte posterior de la lengua.
Me di cuenta porque habia llamado ahi, sin siquiera consultar el numero.

Mi mente giro sobre si misma, todo alrededor mio perdió color de un golpe, mientras sentía como el aire me faltaba.

Recuerdos borroneados y extraños volvieron a mi.
Un pequeño niño negro, huesudo y con una panza al parecer llena de gusanos me miraba con sus enormes ojos negros, hinchados e inyectados en sangre.
Entre sus manos tenia  una rata grande y gorda, que se retorcia para escapar de su captor.
Era como si existiera yo dos veces en ese mundo de recuerdo. Era yo uno el que lo protagonizaba y era yo otro el que lo veia.
Pense que el pequeño niño negro se comeria la rata, pero en lugar de eso, la ponia en una extraña y monstruosa maquina que vomitaba vapor. El chillido del animal desaparecia en las entrañas del aparato, mientras era reemplazado por crujidos y ruidos humedos.
Del lado opuesto del que habia entrado la rata, salia una especie de pasta rojiza, ya endurecida.
Una mujer gorda y vieja la tomaba con sus manos, igual de rechonchas que el salchichon de rata, y lo cortaba en rodajas delgaditas.
Las ponia en una bolsa y la ponia junto a otras bolsas similares.
Cuando mire de nuevo, otro niño negro tenia una rata distinta entre sus manos, y se disponia a introducirla en la maquina.

Mire a mi alrededor, como no habia podido hacer antes, y me horrorice de lo que vi.
Era como el interior de una fabrica, con maquinarias llenas de grasa y oxido, con agua mugrienta chorreandoles en lugar de sangre.
El suelo era de terraceria, seco y agrietado por el clima ardiente que existia.
El cielo se veia gris y oscuro, con torbellinos de tierra levantándose por aqui y por alla, en medio de las maquinas.
Cientos de niños negros y malnutridos, algunos completamente desnudos, buscaban por el suelo cualquier animal que les sirviera para poner dentro de las maquinas.
Ora una rata, ora un gato flaco.
Cualquier animal parecia servir.

Con ruidos infernales, las maquinas convertian los animales, algunos en barras rojas, otros en carne molida.
Uno de los niños parecio desmayarse, pues su enorme y desproporcionada cabeza golpeo de subito contra el suelo.
Cuando me disponia a ayudarlo, una aparicion de inframundo me detuvo.

Mire de frente al ser que se interponia en mi camino.
Una mascara como de gas con googles y filtros para el aire que respiraba, guantes y delantal verdes.
Un hombre enfundado en un traje de plastico metalizado, pincho al niño con el par de dientes en la punta de una larga vara de metal. Saltaron chispas y el cuerpo del niño se revolvio de golpe, como jalado por invisibles hilos.
Con una de sus botas de plastico verde, el hombre de la mascara de gas aplasto la mano del niño hasta hacerla crujir.
No parecio molestarlo.
Una estocada rapida, como si se tratara de jicama en un tenedor.
El cuerpo flaco, negro y diminuto parecio levitar, y en un movimiento limpio y preciso, salto dentro de una de las maquinas. Su cabeza golpeo contra el borde metálico y se magullo como un melón.

Como si eso la llenara de alegria, la maquina comenzo a bufar y a convulsionarse.
Ruidos de chasquidos y partes metálicas chocando entre si saludaron el cadáver con morboso gusto.
Un orgasmo artificial sacudio su metalico y asqueroso cuerpo, mientras defecaba un material rosado y en forma de lamina de papel.
Un viejo arrugado y enfermizo tomo la lamina y comenzo a cortarla con unas tijeras oxidadas.
Cuadritos y triangulos pequeños iban a dar a una bolsa de plástico.

Algo dentro de mi parecio brotar.
Una columna acida y caliente me recorrio la garganta, y se detuvo antes de alcanzar mi lengua.
Intente correr, alejarme de ahi, pero fue completamente inutil.
Entre mas corria, mas atroces y viles se volvian los seres y maquinas que me rodeaban.
Recuerdo claramente como una de esas torturadoras automaticas mascaba lentamente medio cuerpo de una persona aun viva.
y por debajo, sus restos blanqueados se ponian en bolsas con algo escrito en ellas.
Pense que seria un idioma extranjero, que no entenderia. Sin embargo, mi yo protaonista se empeño en leer lo que decia.
«Queso Mozzarela, manufacturado para Pizzeria El Sombrero, Mexico».

Comence a retroceder asqueado lleno de horror.
Golpee un muro con la espalda, y me gire por instinto.
No era una pared, era una plancha de metal brillante.
Vi mi reflejo y fue entonces que perdi la razon por completo.
Era yo, tras un par de googles y una mascara como de gas. Un overol metalizado, botas, guantes y delantal de plastico.
En mi mano derecha, llevaba un palo de metal.
No podia creer lo que veia.
Yo trabajaba en ese lugar. Yo fui parte de las filas de asesinos.
Mire tras la plancha de metal y una puerta me invito a cruzarla.
Corri hacia ella, y por segunda vez no podia creer lo que veia.

Familias felices comiendo pizza a rebanadas.
Todas las personas me miraron con extrañeza mientras hilos de queso y rodajas de pepperoni se les pegaban a la cara.
Los niños mas pequeños manoseaban los ingredientes, y los chupaban con especial deleite.
Creo que me desmaye dentro de mi propio sueño/recuerdo.

Regane la consciencia y me encontraba en el piso de mi apartamento, con un charco de vomito rodeandome.
La puerta sono tres veces, bajo el golpe de unos nudillos.
Abri, bañado en sudor frio y plastas secas de vomito.
El repartidor de pizzas tenia mi pedido en su mano. Pague y meti la caja con pizza a mi casa.

Como por arte de magia, todo malestar y recuerdo se fue. Comi pizza con quesito. El peperonni estaba delicioso.

2 comentarios

  1. Ésta, en especial, me gustó mucho♥

    agosto 11 - 2011 en 10:33 PM

    • Gracias por tu comentario, mantente al pendiente de las crónicas para más.

      agosto 12 - 2011 en 12:20 AM

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